Estimado lector,
Es una tarde soleada y estás de camino a casa después de trabajar. El día ha sido rutinario, tu mente está llena de los pensamientos habituales. Acabas de comprar el almuerzo en tu restaurante de comida rápida favorito y el aroma de esa hamburguesa te hace la boca agua. Cuando la alcanzas, apartas la mirada de la carretera por un segundo, solo un segundo. Pero en esa fracción de segundo, tu vida da un giro devastador. De repente, una luz roja aparece frente a ti, pero es demasiado tarde. El choque es ensordecedor. El impacto te sacude y, en un instante, todo cambia.
No se trata de una situación hipotética, sino de una realidad a la que se enfrentan demasiados conductores. “Solo estaba buscando mi almuerzo”, “solo miré mi teléfono por un momento”, “miré a los niños en el asiento trasero”. Estas son las excusas más comunes que escuchamos de quienes han provocado accidentes. Pero el problema radica en esa fracción de segundo de distracción.
Cuando conduces a 56 kilómetros por hora, recorres más de 15 metros por segundo. Son 15 metros en los que puede pasar cualquier cosa. Un niño puede correr hacia la calle, un coche puede frenar de repente delante de ti o un semáforo puede ponerse en rojo. Si te distraes, aunque sea por un momento, estás jugando un juego peligroso con el destino. Te agachas para coger unas patatas fritas y, antes de que te des cuenta, te has saltado un semáforo en rojo y has chocado contra una furgoneta.
Según la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), la conducción distraída es la principal causa de accidentes de tráfico en Estados Unidos. Cada año se pierden miles de vidas y muchas más sufren lesiones graves, todo porque alguien no pudo esperar a consultar un mensaje de texto, comer algo o ajustar el GPS. No se trata solo de pequeños accidentes, sino de vidas destrozadas, familias destrozadas y futuros alterados de forma irrevocable.
Conducir distraído es más que un mal hábito: es una amenaza mortal. No se trata solo de enviar mensajes de texto o hablar por teléfono; es cualquier cosa que desvíe su atención de la carretera. Ya sea comer, jugar con la radio o charlar con los pasajeros, estas distracciones pueden convertir su vehículo en un arma de destrucción. Cuando está detrás del volante, cada segundo cuenta. Las distracciones reducen su tiempo de reacción, lo que dificulta la respuesta a los cambios repentinos o los peligros. Su capacidad para controlar su vehículo disminuye y el riesgo de accidentes catastróficos se dispara.
Entonces, ¿cómo evitar convertirse en otra estadística? La respuesta es simple pero poderosa: manténgase concentrado. Mantenga la vista en la carretera, las manos en el volante y la mente en la conducción. Resista la tentación de mirar el teléfono, ignore el hambre y concéntrese únicamente en la tarea que tiene entre manos. Su seguridad (y la seguridad de quienes lo rodean) depende de ello.
Y si eres pasajero, no te quedes callado. Si el conductor está distraído, habla. Tu voz puede ser lo único que se interponga entre una situación de riesgo y una tragedia.
Por último, si usted o un ser querido sufre alguna lesión en la carretera debido a la negligencia de otra persona, llame a mi oficina al 703-761-4343 o al 301-949-1515. Estoy aquí para ayudarlo a superar los desafíos.
Hasta la próxima, manténgase a salvo y nunca envíe mensajes de texto (ni coma) mientras conduce.
Atentamente,
Paul Samakow
El abogado Paul Samakow
703-761-4343 o 301-949-1515